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El mutismo selectivo




Introducción:


El mutismo selectivo (MS) es un trastorno de ansiedad caracterizado por la incapacidad persistente para hablar en determinadas situaciones, aunque el individuo tenga la capacidad y el conocimiento para hacerlo. Aunque se observa comúnmente en la infancia, también puede persistir hasta la edad adulta, un ámbito menos estudiado y, por tanto, menos comprendido (Diliberto & Kearney, 2018).


Criterios diagnósticos:


Los criterios diagnósticos para el mutismo selectivo, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5, 2013), incluyen:


1. Consistencia en no hablar en situaciones sociales específicas donde se espera que se hable, a pesar de hablar en otras situaciones.

2. Esta alteración interfiere con el rendimiento educativo o laboral, o con la comunicación social.

3. La duración del trastorno es de al menos un mes (no limitándose al primer mes de escuela).

4. El fracaso para hablar no se debe a la falta de conocimiento o comodidad con el idioma requerido.

5. El trastorno no se puede atribuir a otro trastorno de comunicación y no ocurre exclusivamente durante el curso de una psicosis, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.


Características y síntomas en adultos:


El mutismo selectivo en adultos se caracteriza por la persistencia de una incapacidad para hablar en ciertos contextos, a menudo asociados con una ansiedad significativa (Sharkey & McNicholas, 2008). Puede ser perjudicial para la vida social, educativa y laboral de un individuo. Muchos adultos con MS tienen dificultades en situaciones que requieren interacción verbal, como reuniones, citas o entrevistas de trabajo.


También puede haber una evitación social más generalizada, y los adultos con MS pueden luchar contra otros trastornos de ansiedad coexistentes, como el trastorno de ansiedad social (TAS) (Manassis et al., 2003). De hecho, los estudios sugieren que muchos adultos con MS cumplen también los criterios para el TAS, lo que sugiere una superposición significativa entre estos dos trastornos (Kumpulainen et al., 1998).


Tratamiento:


Las terapias cognitivo-conductuales son eficaces para tratar el mutismo selectivo en niños (Cohan et al., 2008) y han demostrado ser prometedoras para los adultos. Estas terapias se centran en desafiar y cambiar los pensamientos negativos y evitar comportamientos asociados con la ansiedad de hablar.


Conclusiones:


El mutismo selectivo en adultos es un trastorno de ansiedad complejo que requiere una mayor comprensión y conciencia. Es esencial una detección y diagnóstico temprano para proporcionar un tratamiento eficaz y ayudar a los individuos afectados a llevar una vida plena y productiva.


Características Clínicas:


Las características clínicas del mutismo selectivo en adultos pueden ser variadas y complejas. A menudo, los individuos con mutismo selectivo experimentan ansiedad intensa en situaciones sociales que involucran la posibilidad de hablar. Por lo tanto, pueden intentar evitar estas situaciones o quedar paralizados y ser incapaces de hablar cuando se encuentren en ellas (Schum, 2006). Es importante destacar que las personas con mutismo selectivo son perfectamente capaces de hablar y entender el lenguaje; simplemente eligen no hacerlo en ciertos contextos (Driessen et al., 2016).


Los adultos con mutismo selectivo a menudo luchan con la ansiedad social y pueden experimentar síntomas de otros trastornos de ansiedad, como ataques de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo o fobia social (Viana et al., 2009). También pueden presentar comportamientos de evitación, timidez extrema, falta de expresión facial y dificultades para establecer y mantener el contacto visual (Yeganeh et al., 2003).


Epidemiología:


La prevalencia del mutismo selectivo en la población general es baja. Según los estudios, oscila entre el 0.03% y el 1% (Remschmidt & Poller, 2001). A menudo se diagnostica por primera vez en la infancia, generalmente antes de los cinco años. Sin embargo, puede persistir hasta la edad adulta si no se trata adecuadamente. Desafortunadamente, la prevalencia del mutismo selectivo en adultos es menos conocida debido a la falta de investigación en esta área (Cohan et al., 2006).


Aunque el mutismo selectivo puede afectar a cualquier grupo de edad, género o etnia, algunos estudios sugieren que puede ser ligeramente más común en niñas que en niños. También puede ser más prevalente en individuos bilingües o multilingües, lo que sugiere que el estrés relacionado con la adquisición del lenguaje puede jugar un papel en el desarrollo del trastorno (Toppelberg et al., 2005).


Curso:


El mutismo selectivo es un trastorno crónico que puede persistir durante años si no se trata. La intensidad y la naturaleza de los síntomas pueden variar con el tiempo y pueden aumentar o disminuir en respuesta a cambios en el entorno del individuo o a niveles de estrés (Cohan et al., 2006).


El curso del mutismo selectivo puede ser influenciado por una variedad de factores, incluyendo el acceso a tratamiento adecuado, la presencia de otros trastornos de ansiedad, el apoyo familiar y social, y el nivel de comprensión y aceptación del trastorno por parte del individuo y de quienes le rodean (Diliberto & Kearney, 2018).


En conclusión, el mutismo selectivo es un trastorno complejo y crónico que puede tener un impacto significativo en la vida de un individuo. Aunque es relativamente raro, puede ser profundamente debilitante para aquellos que lo experimentan. Se necesitan más investigaciones para entender completamente la epidemiología, las características clínicas y el curso del mutismo selectivo en adultos.


Aspectos genéticos:


Los aspectos genéticos del mutismo selectivo se están empezando a comprender. Aunque no hay una "causa genética" confirmada para el mutismo selectivo, algunas investigaciones sugieren que puede haber una predisposición genética para el trastorno (Stein et al., 2001). En algunos casos, el mutismo selectivo parece ocurrir con más frecuencia en ciertas familias, lo que sugiere una posible heredabilidad. Sin embargo, aún se necesita más investigación para confirmar estas observaciones y determinar qué genes específicos pueden estar involucrados.


Algunos estudios han sugerido que los genes que se cree que juegan un papel en otros trastornos de ansiedad, como los que regulan la serotonina, podrían estar implicados en el mutismo selectivo (Nellesen et al., 2011). Esto podría explicar la frecuente coocurrencia de mutismo selectivo con otros trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad social.


Etiología:


La etiología del mutismo selectivo es compleja y probablemente multifactorial, implicando una combinación de factores genéticos, ambientales y psicológicos.


En términos de factores genéticos, como se mencionó anteriormente, es posible que haya una predisposición genética a desarrollar mutismo selectivo. Los factores ambientales, como el estrés temprano o el trauma, pueden jugar un papel en la aparición del trastorno (Klein et al., 2013). De hecho, algunos estudios han encontrado que las personas con mutismo selectivo a menudo tienen historias de timidez extrema, retraimiento social, o ansiedad en la infancia (Manassis et al., 2007).


Además, los factores psicológicos también pueden contribuir a la etiología del mutismo selectivo. Por ejemplo, las personas con mutismo selectivo a menudo muestran altos niveles de ansiedad social, miedo al ridículo o al juicio, y una fuerte necesidad de controlar su entorno (Yeganeh et al., 2003).


Finalmente, la investigación también ha explorado la posibilidad de que el mutismo selectivo pueda estar relacionado con la ansiedad de rendimiento y el miedo a hablar en público. Algunos estudios sugieren que el miedo a hablar en público puede ser un factor importante en la etiología del mutismo selectivo, particularmente en adultos (Diliberto & Kearney, 2018).


Evaluación:


La evaluación del mutismo selectivo es un proceso multidimensional que puede involucrar a un equipo de profesionales de la salud mental, como psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. Este proceso a menudo incluye una entrevista clínica, la observación del comportamiento del individuo y la administración de diversas pruebas y cuestionarios (Cohan et al., 2006).


La entrevista clínica puede incluir preguntas sobre la historia del individuo de no hablar en ciertas situaciones, la duración e intensidad de los síntomas, la presencia de otros problemas de salud mental y factores de estrés en la vida del individuo. Se pueden realizar observaciones de comportamiento en varias configuraciones, como en la casa, la escuela, el trabajo y en la comunidad (Manassis et al., 2007).


Se pueden usar pruebas y cuestionarios para medir el nivel de ansiedad, los síntomas de otros trastornos de ansiedad y el impacto del mutismo selectivo en la vida del individuo. Estos pueden incluir el Inventario de Ansiedad de Beck, la Escala de Mutismo Selectivo para Adultos y la Escala de Ansiedad Social para Adolescentes y Adultos (Viana et al., 2009).


Tratamiento farmacológico:


El tratamiento farmacológico puede ser útil en algunos casos de mutismo selectivo, especialmente cuando se presenta con otros trastornos de ansiedad. Los medicamentos más comúnmente utilizados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), como fluoxetina, sertralina, y citalopram. Estos medicamentos pueden ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y permitir que los individuos se sientan más cómodos en situaciones sociales (Black & Uhde, 1994).


También se han utilizado otros tipos de medicamentos, como los ansiolíticos y los beta-bloqueantes, aunque los estudios sobre su efectividad son limitados (Manassis et al., 2003). Siempre es importante recordar que cualquier decisión sobre la medicación debe tomarse en consulta con un profesional de la salud mental experimentado y debe considerar los posibles efectos secundarios y los riesgos asociados con cada medicamento.


Tratamiento psicológico:


El tratamiento psicológico es considerado el enfoque más efectivo para tratar el mutismo selectivo. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es la modalidad de tratamiento más comúnmente utilizada y ha demostrado ser efectiva en varios estudios (Bergman et al., 2008).


La TCC para el mutismo selectivo puede implicar una variedad de técnicas, incluyendo la exposición gradual a situaciones que causan ansiedad, el entrenamiento en habilidades sociales, la reestructuración cognitiva para cambiar pensamientos negativos o irracionales, y la relajación y la respiración profunda para manejar los síntomas físicos de la ansiedad (Oerbeck et al., 2014).


Además de la TCC, otras intervenciones psicológicas, como la terapia familiar, el asesoramiento escolar o laboral, y los grupos de apoyo, pueden ser útiles para las personas con mutismo selectivo (Cohan et al., 2006). En resumen, aunque el mutismo selectivo puede ser un trastorno debilitante, hay una variedad de opciones de tratamiento disponibles que pueden ayudar a los individuos a manejar sus síntomas y mejorar su calidad de vida.


Ejemplo de tratamiento psicológico para un adulto de 18 años con mutismo selectivo:


En este ejemplo, la terapia cognitivo-conductual (TCC) se utilizará como el enfoque principal de tratamiento, dado su éxito documentado en el tratamiento del mutismo selectivo (Bergman et al., 2008). Es importante recordar que cada caso es único y que cualquier plan de tratamiento debe ser personalizado para satisfacer las necesidades individuales del paciente.


Paso 1: Evaluación inicial y establecimiento de la relación terapéutica


La terapia comienza con una evaluación inicial para determinar el alcance del mutismo selectivo y los desencadenantes específicos de la ansiedad. Este paso incluirá entrevistas con el individuo y, si es apropiado, con los miembros de la familia o los profesionales relevantes (por ejemplo, profesores universitarios). Es importante establecer una relación de confianza y seguridad con el paciente, para que se sienta cómodo en las sesiones de terapia.


Paso 2: Educación sobre el mutismo selectivo y la ansiedad


El terapeuta educará al paciente sobre la naturaleza del mutismo selectivo y su relación con la ansiedad. Esta educación puede incluir información sobre la forma en que la ansiedad puede manifestarse física y emocionalmente y cómo puede ser gestionada.


Paso 3: Identificación y desafío de los pensamientos distorsionados


Una parte esencial de la TCC es ayudar al individuo a identificar los pensamientos negativos o irracionales que pueden estar contribuyendo a su ansiedad y mutismo. Una vez que estos pensamientos son identificados, el terapeuta trabajará con el individuo para desafiar y reestructurar estos pensamientos a través de técnicas cognitivas.


Paso 4: Exposición gradual y desensibilización


Uno de los enfoques más efectivos en el tratamiento del mutismo selectivo es la exposición gradual a las situaciones que causan ansiedad. Esto implica ayudar al individuo a enfrentar gradualmente estas situaciones mientras utiliza técnicas de manejo de la ansiedad. Por ejemplo, el individuo puede comenzar hablando con el terapeuta en la sesión, luego hablando en pequeñas reuniones de grupo, y finalmente hablando en situaciones más públicas.


Paso 5: Habilidades de afrontamiento y manejo de la ansiedad


El terapeuta enseñará al individuo varias técnicas de manejo de la ansiedad, como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y la meditación. Estas habilidades pueden ser prácticas para manejar la ansiedad a medida que el individuo comienza a enfrentar situaciones que antes evitaba debido al mutismo selectivo.


Paso 6: Seguimiento y mantenimiento


Una vez que el individuo ha hecho progresos significativos, se establecerá un plan de mantenimiento. Esto puede incluir sesiones de seguimiento menos frecuentes y estrategias para manejar cualquier retroceso.


Referencias:


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