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El modelo cognitivo y los pensamientos automáticos

Mientras lees este artículo, parte de tu mente se centra en la información del texto; es decir, estás tratando de comprender e integrar lo de los lectores y lo de Epicteto. Sin embargo, en otro nivel, es posible que tengas algunos pensamientos de evaluación rápida, del tipo, “me parece razonable”, “soy como el lector Omar”. A esos pensamientos los denominamos automáticos, pues no resultan de un profundo razonamiento intencional, más bien, estos pensamientos parecen surgir espontáneamente; y a menudo son bastante rápidos y breves.


En muchas ocasiones nos damos cuenta más de lo que sentimos emocionalmente o de lo que hacemos con nuestro comportamiento que de lo que estamos pensando. Incluso si eres consciente de tus pensamientos, lo más probable es que los aceptes sin crítica, creyendo que son completamente ciertos.


Hablemos de las situaciones en las cuales las personas pueden tener pensamientos automáticos. La situación puede ser un evento como ir caminando al trabajo o no estar listo para salir a algún lugar. Pero los pensamientos automáticos no necesariamente describen eventos. Pueden expresarse a través de reflexiones de situaciones pasadas. Puedes estar pensando que ayer no hiciste nada en todo el día o quizá no hiciste algo importante en tu infancia. También pueden expresarse en situaciones hipotéticas que puedan ocurrir en el futuro haciendo predicciones negativas. Algunas personas pueden tener pensamientos en alguna parte del modelo cognitivo. Por ejemplo, pueden tener pensamientos automáticos sobre sus propios pensamientos (¿por qué estoy pensando siempre que me será infiel mi pareja?). Sobre sus emociones (No puedo seguir sintiéndome así). Sobre sus comportamientos (No debí haberle contado todo). O incluso en sus respuestas fisiológicas (no puedo dejar de llorar).


Aprender a identificar tus pensamientos automáticos no suele ser tarea del todo sencilla, pero un primer comienzo es prestando atención a tus cambios emocionales, tu comportamiento o las sensaciones fisiológicas de las emociones (palpitaciones, tensión muscular), que tengas.

Veamos a continuación estos aspectos de una manera más organizada, apoyándonos del modelo cognitivo, mediante un diagrama:




En el diagrama anterior, tenemos una situación en particular: “dificultades para concentrarse en el trabajo”, de esa situación hacemos una valoración: “no puedo hacer nada bien”, entonces dicha valoración ocasionará una reacción emocional como la tristeza con su respuesta fisiológica (tensión, respiración agitada y dolor de cabeza) y finalmente influye en el comportamiento: “no querer levantarse de la cama”.


Volviendo al planteamiento, no fue la dificultad de concentración lo que ocasiona la tristeza y el no querer levantarse de la cama, sino fue la valoración. Otra persona ante la misma circunstancia puede tener una valoración diferente. Puede pensar: “Tomaré un descanso y me pondré a ejercitar mi concentración” por lo tanto se sienta más animada y vaya al día siguiente al trabajo.


Con el ejemplo anterior nos damos cuenta cómo nuestros pensamientos automáticos determinan cómo nos sentimos y cómo nos comportamos.

Para aprender a identificar esas cogniciones, solo tienes hacerte la siguiente pregunta: "¿Qué pasaba por mi mente?” cuando sientas enojo, tristeza, miedo, desagrado, sorpresa o alegría.

Parece sencillo, pero la realidad es que no lo es tanto. La gran mayoría podríamos identificar claramente esas cogniciones, pero habrá un grupo de personas que les resulte difícil. Para ellos habrá que hacer un planteamiento un poco diferente.

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